5 de agosto de 2010

Alimentos transzombiescos



Llegué a casa corriendo. La mutación estaba de nuevo haciéndose con mi organismo y debía tomarme la vacuna cuanto antes. El Gobierno podía decir lo que quisiera, pero estos efectos secundarios de sus alimentos eran un engorro. Para no hablar más, uno tan solo debe fijarse en el estado en que ha quedado mi padre –atado en el cobertizo por su ansia de carne humana– para convencerse de que los ahora llamados alimentos transzombiescos no son tan “inocuos” como pretenden desde El Noticiero en televisión.


Lo peor es que tenemos un estado militarizado y con armas suficientes para explotar el mundo entero pero que niega este fenómeno, pues aceptar que hay zombies en nuestras calles es aceptar que la comida gubernamental no es sana. Al menos han repartido vacunas con el pretexto de que “ayudan en las dificultades digestivas”...


Me inyecté la vacuna y deseé escupir a la fotografía del Líder. Yo no lo voté, como ninguno de los ciudadanos de este país. Llegó por la fuerza y ahora todos debemos tenerlo en la cocina y en la sala de estar. Eso o, créeme, la alternativa sería peor que el actual estado de mi padre.

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