28 de septiembre de 2008

13 de Picas

Nos hemos visto forzados a cambiar el nombre a nuestro grupo, ya que el anterior estaba cogido y, por motivos legales, no era oportuno mantener este mucho tiempo más. Supongo que es lo que menos podía esperarse de un grupo que predica la mala suerte.
Así, ahora nos llamamos "13 de Picas", con el número, que queda más bello debido a su tradición, y quisiera completar lo que ya dije acerca del significado de la pica, ampliándolo con este precioso número que ahora la acompaña:

Las picas de la baraja francesa han simbolizado desde siempre, en el Tarot, los aspectos más negativos de la vida: Las traiciones, el desamor, transtornos emocionales, la falta de salud y toda clase de problemas. Por otro lado, al proceder del palo de Espadas de la baraja española, también puede atribuírsele valores como la fuerza o la virilidad, pero estas cuestiones ahora no vienen al caso.
Yo soy una persona que se ufana de pensar cosas tales como: "es agradable caminar bajo la lluvia, siempre que se tenga algo suficientemente triste en que pensar", o que "la tristeza es siempre hermosa, a menudo horriblemente hermosa". Así que, enlazando mi propio pensamiento con los datos obtenidos acerca del significado de este enigmático palo de la baraja francesa, he conseguido llegar a una solución.

Mi filosofía no es una ayuda optimista para comprender al mundo, como una vez se dijo de Heidegger -filósofo alemán que no recomiendo leer, pero que yo tengo que estudiar- yo "no ofrezco medicinas ni consuelos", prefiero mostrar la belleza de un mundo cruel y gris que muy a menudo se ríe de nosotros. ¿Qué sería de este mundo sin los días nublados? Aquel que no vea la belleza en esos días cargados de nubes amenazantes dudosamente podrá hacerlo en cualquier otro lugar.

No me veo capacitado para explicar la belleza de lo triste, la gran vida que se respira detrás de los fracasos, de los infortunios, pues eso es algo que se siente o no se siente. Pero me gustaría poner algunos ejemplos clarificadores: ¿Cómo creéis que es la vida de una persona que jamás ha tenido que enfrentarse a la desgracia? Yo he conocido, y conozco, a muchos -de la desgracia no escapa nadie, pero para algunos una desgracia es que pierda su equipo y para otros que le traicionen las personas en las que confiaba, pero sé que me enténdeis, de otro modo no habríais llegado a esta página- y os aseguro que esos llevan una vida monótoma, aburrida, con una impresión de seguridad y de tenerlo todo controlado completamente falsa.

Por otro lado, imagináos a los planetas. Durante siglos se han considerado a estos lo más cercano a la perfección, la imagen clara de lo divino, lo trascendental. Ahí, en el firmamento, tan redonditos -al menos en apariencia- y con esas vueltas epicéntricas -que tampoco lo son exactamente- tan chulas. Pues bien, ese es el ideal que se quiere tener del ser humano. Un ente completamente "espiritual" (permitidme una pequeña carcajada por todos aquellos que realmente creen que lo espiritual ha de ser sinónimo de perfección), supramundano. ¿Acaso estamos locos? (Esta pregunta es retórica, yo ya tengo la respuesta). El ser humano -y, si queremos algo tan atroz como un modelo, podemos decir el "ideal humano"- para nada tiene que ver con eso. El ser humano no es quietud -el movimiento circular que se atribuía a los planetas se veía como lo más cercano a la quietud total- sino que es movimiento. El ser humano se descompone, madura, crea, muere, rie, llora... ¡Es tan completo en matices! Está bastante alejado, dejo caer la bombita, de ese ideal que ahora se está volviendo a crear en nuestras mentes que es la ciencia -es decir, toda la medida exacta, todo controlado, la negación de la creatividad para dejar paso al conocimiento de cualquiera que quiera estudiarse un libro, la negación del genio...-.

Y esa misma falacia que nos ha hecho creer que debemos ser "perfectos" (al modo que ya he explicado, pero que sabréis porque está en la propia cultura) es la que nos ha llevado a creer que el fin del ser humano es la felicidad... Vamos, que el pobre que haya nacido en un país subdesarrollado en el cual jamás va a ver un resquicio de eso que se llama felicidad, es un defecto de la naturaleza y atenta completamente contra la propia esencia de la Humanidad... Ahora entiendo porqué se les tiene tan puteados.

No, el fin del ser humano para nada se acerca a la felicidad. Es más ¿Qué coño es la felicidad? A lo que realmente todo ser ansía es al conocimiento. Unos al conocimiento de la verdadera belleza, otros al del significado de la vida -si, aún hay quien se lo busca-, pero de alguna manera todos ansían ese conocimiento.
Pues bien, ¿qué nos queda entonces de la felicidad? Una mentira, un engaño. No digo que haya que ser unos desgraciados, pero sí que en las desgracias se encuentra la belleza. El mundo es bello, eso nadie que aprecie un poco la naturaleza -y las ciudades, pero esto es para debatir más largamente- puede negármelo. Pero es este mundo bello el que guarda todo tipo de desgracias, este mundo es el que pobla el ser humano, la Humanidad en su conjunto, y este mundo es un mundo gris.
Y de ahí pasamos al número 13. Desde siempre vilipendiado como símbolo de la mala suerte. Pero, ¿acaso no es en la mala suerte, en la vida desgraciada, donde mejor se refugia el artista? ¿No es en el fracaso donde el genio sale a la luz y consigue sobreponerse por encima del bulgo? A lo largo de toda la historia los nombres que han permanecido no son los de aquellos que han conseguido mantener, pese a algunos altibajos, una existencia apacible. No. Son aquellos que han sufrido el desgarramiento más grande los que aún resuenan en los anales históricos. Es en la desgracia donde la inmortalidad parece estar más latente. Son aquellos, los desamparados, las personas sin esperanza, pero que siguen luchando, los que vivieron una vida más plena. Lejos de la futilidad de buscar los riesgos, pero con la seguridad de una cuerda preparada de antemano, los hombres que supieron construirse a sí mismos buscaron la verdad, dentro de sí primero, y supieron enaltecerse ante la insignificancia que es la vida, ante el sinsentido de la vida... Y la conquistaron.
¿No podría ser esto una llamada de atención a la verdadera naturaleza del hombre? Lejos de buscar la felicidad, como ya he dicho, ¿no sería más correcto buscar el conocimiento de la verdadera existencia, que nos haga hombres de una pieza?
¿No sería el verdadero placer de la vida aquel que nos lleva a saborear la desgracia como de algo tan connatural a nosotros como la propia naturaleza?
Tal vez, si aprendemos esto, cuando llegue la Amiga en nuestro último aliento, la desesperanza ante la idea del vacío puede antojársenos mucho más liviana. Al fin y al cabo, un vida vivida de esta forma, con el desgarramiento más cruel, es una vida vivida con justificación. Al menos, toda la justificación que a la vida le podemos dar.

14 de septiembre de 2008

Los Dandies no hemos desaparecido

Es agradable para una persona que suele ser "etiquetada" como Dandy, ya sea por su exuberante buen gusto, por su extravagancia o por su idolatría hacia la belleza -la belleza sobre todo estética, hija de Apolo-, encontrarse por la web confesiones como esta:

"Vivimos tiempos difíciles: el reino de la tristeza, de la uniformidad, de la lobreguez y de la fealdad. Estamos a comienzos de la primera mitad del siglo XXI; los entusiasmos y decepciones de los últimos decenios del siglo pasado son sustituidos por un periodo de ideales modestos pero eficientes, en el que dominan las sólidas virtudes burguesas y un capitalismo aparentemente triunfante. El Dandy, frente a la opresión del mercado y pensamiento único, la ampliación de las metrópolis transitadas por multitudes inmensas y anónimas, el surgimiento de nuevas clases entre cuyas necesidades urgentes no se encuentra sin duda la estética, ofendido por la forma de las nuevas máquinas que exhiben la pura funcionalidad de los nuevos materiales, siente amenazados sus propios ideales, considera enemigas las ideas pseudo-democráticas que se van abriendo paso gradualmente y decide ser "diferente".

Desde estas líneas propugno una auténtica religión estética y, bajo la vieja pero no caduca consigna del arte por el arte, demostraré la idea de que la belleza es un valor superior que hay que materializar a toda costa. Hay que vivir la vida como una obra de arte. No ser un artista ni un filósofo que reflexiona sobre la belleza y el arte.

Manifestar el amor a la belleza y a la excepcionalidad en los hábitos y en el vestir. Una elegancia que se identifica con la simplicidad (llevada hasta la extravagancia), unida al gusto por la frase desconcertante y el gesto provocador. Ejemplo sublime de hastío aristocrático y de desprecio por la opinión común, se cuenta que en cierta ocasión lord Brummel cabalgaba con su mayordomo por una colina y, viendo desde lo alto dos lagos, preguntó a su sirviente: "¿Cuál de los dos prefiero?"