18 de julio de 2008

Pesamientos de un insomne

– ¡No! ¡No mires el reloj, no quieras saber la hora! Seguro que es más tarde de lo que imaginas. Siempre es más tarde de lo que imaginas…–. Doy una vuelta más en la cama y meto la cabeza debajo de la almohada, mientras procuro concentrarme en mi respiración, sin pensar en nada. –Esto es imposible. ¿Qué hora será? No, te he dicho que no mires la hora. ¿Será por el calor? Tendré que poner un poco más fuerte el ventilador. Mejor no, eso significaría levantarme y ahora mismo mis músculos están demasiado pegados al colchón como para hacerlo. Es curioso. Estoy lo suficientemente cansado como para no levantarme pero no lo suficiente como para dormirme. ¡Maldito insomnio!

Bueno, debo dejar de pensar. Eso es el primer paso. El truco de contar ovejas siempre funciona. 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7… –. Las ovejas van pasando, saltan elegantemente la valla y desaparecen de mi cuadro de visión para dejar lugar a otra exactamente igual, mismo pelaje, mismo salto, mismísima valla… Y otra, y otra–. Se me está escapando todo el redil–. Sonrío ante mi mal chiste–. ¿Pero adónde irán esas ovejitas? Hay lobos allá afuera acechando seguro. ¿Recuerdas aquel documental sobre los lobos solitarios que viste? ¡Quién pudiera! Muerto de hambre, sin más compañía que tu sombra, pero libre. Vas andando por el mundo entero, atravesando llanuras, bosques, preciosos ríos, contemplas amaneceres imposibles con nubes que surgen del horizonte como si quisieran escapar de otros insólitos lugares que tal vez descubras. Pasas noches de soledad y días de tormento. Pero la vida es tuya, lejos de la vida monótona de la manada, sin más dueño que tu voluntad.

¡Lo has hecho! ¡No mires el reloj! Puf… Ya llevo aquí tirado intentando dormir más de tres horas. ¿Debería levantarme y aprovechar estas horas en escribir? ¿Y qué escribo? Ahora mismo no estoy para novelas. ¿Un relato corto a lo mejor? Uhm. Podría escribir alguno en el que vuelva a aparecer mi pobre escritor maldito, pero esta vez lejos de su casa de París, y metido en algún suburbio, en algún motel de poca monta lleno de humedades. Lejos de su cabaretera, lejos de su vida. Podría acabar con su melancólica vida por fin este último relato. Muerto a lo mejor de frio mientras intenta acabar su obra.

Tío, duérmete. Debes concentrarte en tu respiración, ya lo sabes. Además, así bocarriba sabes que no vas a dormirte, así que a colocarte bien para coger el sueño. ¿Pero qué sueño? Creo que el problema es que únicamente estoy cansado, pero no tengo sueño. ¿Cuánto tiempo tiramos de nuestra vida durmiendo? Maldita naturaleza asquerosa. La verdad es que para haber surgido así, azarosamente, o tal vez por designio de algo que jamás conoceremos, poco importa, podríamos haber salido de algún otro modo. ¿Por qué estamos sujetos a tantas trivialidades? ¿Por qué somos tan débiles? Al menos tenemos nuestra voluntad, que nos da libertad y posibilidad de elegir, al menos, cómo queremos ser con las limitaciones que hemos nacido. Joder, ¿esto qué es? En serio, ¿por qué no te duermes?

Todas las noches lo mismo. Voy a cogerle fobia a la cama. Pierdo mi tiempo, me ahogo en existencialismo y me agobio al descubrir que se pasan horas insulsas y que me acercan a la muerte. Porque esa es otra…

¿De verdad los hay que se creen que luego habrá algo? ¿Cuándo el hombre confundió su deseo de inmortalidad con el hecho de que esto sea así? Si venimos de ningún lugar, allá iremos. Si no somos nada más que lo que nuestro lenguaje y sus estructuras nos hacen creer que somos, ¿por qué nada ni nadie va a tener que venir a salvarnos? Por otro lado, ¿quién merece ser salvado? Ni somos buenos, ni, por mucho que nos aferremos a algo que pensamos tiene valor, nos va a venir a rescatar nadie. ¡Bah! Pandilla de locos.

¿Si abro los ojos me espabilo más? Bueno, tú no los abras, porque tienes que dormirte, y eso se hace con los ojos cerrados. Claro que seguro que no hay base científica para decir que al abrir los ojos en la oscuridad –bueno, oscuridad relativa, porque por mi ventana abierta entra algo de luz–, me costaría más dormirme si acto seguido vuelvo a cerrarlos. ¿Pero a quién le importan las bases científicas? Yo prefiero no abrirlos, y puede venir un Nobel en biología que me dará lo mismo.

Venga, en serio, duérmete, que ya desvarías bastante. Y no, ¡no mires el reloj, no quieras saber la hora! Seguro que es más tarde de lo que imaginas. Siempre es más tarde de lo que imaginas…

14 de julio de 2008

¿Inspiración trabajosa?

Me dispongo a actualizar el blog y dar señales a todos mis lectores -si es que me queda alguno después de todo este tiempo- de lo que me dedico a hacer con mi pluma.
Estoy enfrascado en una novela que llevo intentando sacar durante todo el curso. Fue avanzando poco a poco, como lo hacen las cosas grandes, dejándose notar y creando cierto poso no sólo en mi forma de ir perfilando mi propio pensamiento, sino en todo mi estilo, que pugnaba por terminar de demarcarse y definirse a mi joven edad de 20 años. Dicha novela quedó estancada a mediados de mayo, y así ha continuado hasta hace una semana.
Al final he conseguido salir del atolladero gracias a no avanzar. Salí adelante al quedarme parado. Vino la inspiración después del trabajo, y esto sí que ha dado un gran vuelco en mi forma de afrontar mi esperanzado y casi vano futuro en la literatura. Siempre pensé que para escribir sólo se precisaba inspiración, y ardía de furia al encontrarme a muchos que se dedicaban a la literatura y se pasaban más tiempo esforzando los diálogos que fumando delante del ordenador mientras escribía hojas y hojas y se le enfriaba el café encima de la mesa de puro olvido. Fantástica imagen, muy necesaria a menudo, pero imposible si pretendes mantener el curso de una novela entera.
Evidentemente, es todo un crimen forzar los diálogos, machacarte la cabeza por describir un paisaje y hacer cualquier cosa que no te salga de mutuo propio en lo que a la hora de escribir se refiere, pero también es cierto que uno debe pararse a pensar en la organización de los capítulos, en la historia misma y no dejarse sorprender porque sus propios personajes se les han ido de las manos -cosa que pasa- y ya tu historia empieza a parecerse más a una repetición de pequeños relatos de un personaje unidos por capítulos. Debes conseguir crear toda una trama, mantener la curiosidad, avanzar en la historia con un ritmo acorde con las pequeñas historias que van surgiendo alrededor... Y esto, siento decirlo, no lo da la "simple" inspiración.
Por suerte para nosotros, el tener una pluma ágil es una satisfacción que no puede ser robada, pues por mucho que tengas esquematizada tu historia, cuando bajas "al mundo real" de tu historia debes darle consistencia a tus personajes, vitalidad a sus palabras, belleza a su entorno. Y el hacerlo mejor que el resto sigue siendo la marca más clara de los genios.

Un saludo a todos aquellos que aún sigan visitando el blog por ver si hay actualizaciones. No prometo nada, pero espero ir actualizando y detallando los avances en la novela.