a través del viento y de la noche?
Es un padre con su hijo.
Lleva al pequeño en sus brazos,
lo lleva seguro en su tibio regazo.
“Hijo mío, ¿por qué escondes la cabeza asustado?”
“¿No ves padre al rey de los elfos?
¿Al rey de los elfos con corona y manto?”
“Hijo mío, es el rastro de bruma lo que te asusta tanto.”
El caballo sigue galopando por el árido camino.
“Dulce niño, ¡ven conmigo!
Jugaré a maravillosos juegos contigo;
Hay preciosas flores en la orilla
y mi madre posee prendas de dorado hilo.”
“Mein Vater, mein Vater, ¿No escuchas
lo que el rey de los elfos me promete junto a sus hadas?”
“Calma, mantén la calma hijo mío.
El viento mueve las hojas secas y las arrastra.”
Y el caballero acaricia el pelo del hijo.
“¿No vienes conmigo buen niño?
Mis hijas te recitarán poemas,
ellas, que ahora bailan su danza nocturna,
te arrullarán para que duermas.”
“Mein Vater, mein Vater, ¿No ves acaso ahí
a las hijas del rey de los elfos bailar a la luna?”
“Hijo mío, claro que lo veo:
Son los mismos árboles con los que hice tu cuna.”
El viaje prosigue viéndose ya la ciudad dormida.
“¡Te amo!, me encanta tu hermosa pureza,
y, sino me haces caso, usaré la fuerza.”
“Mein Vater, mein Vater, ¡ahora me toca!
¡El rey de los elfos me hirió con su garra!
El padre tiembla y cabalga más aprisa,
ignora la innecesidad de su ira.
Al llegar a las caballerizas escucha con sorpresa
del niño muerto en sus brazos, en el bosque su risa.
Libre traducción, con añadiduras, del poema “Der Erlkönig”, de Wolgang von Goethe, por Guillermo Loaysa.