Dejé caer la jeringuilla, preguntándome acaso si realmente merecía la pena esta dosis. Puro vicio, tal vez, asqueroso y perfectamente abominable… Si nunca lo has probado.
Nunca pensé que llegaría a esto. Hace años, cuando era un joven triunfador, siempre que me cruzaba con algún vagamundos me horrorizaba de cómo un ser humano puede llegar a degradarse hasta ese punto, pero luego los años van pasando y colocando a los más estúpidos en lo más alto y a los bondadosos en el Infierno, por lo que uno termina optando por el Limbo.
Ahora me río de aquellos momentos en los que reservaba un cigarrillo para ese momento especial, como si ese momento existiera. Somos tan volubles que hasta las cosas que realmente nos importan dejarán de hacerlo al cabo, algunas veces, de tan sólo unos días, y dichos momentos especiales se desdibujan en simples actos pasados de rutina.
No critico a la sociedad, ella no tiene la culpa. Supongo que a un ser inconsciente no se le puede culpar más que de su miedo a ver lo que realmente tiene en derredor. Y aunque fuera así, tampoco podría achacar mi fracaso en la vida –curioso, digo fracaso como si existiera alguna forma de triunfar-, ya que me considero único responsable de mis actos. Cierto que puedo estar condicionado, cierto es que toda la información percibida está sesgada por aquello mismo que percibo y por mí mismo. Pero, aún y así, dentro de mis límites naturales y sociales, siempre he sido más o menos consciente de lo que acarreaban mis actos voluntarios. Cuando me metí el primer chute de heroína lo disfruté más que ningún otro, pues en ese momento de éxtasis dilucidé como jamás he hecho que ahí comenzaba mi total derrumbe.
Algunos dicen que al optar por las drogas, uno elige no elegir, y así cosas parecidas. Hay una película muy ilustradora, pero en ella tan sólo pueden verse reflejados idiotas con ideales confusos. Ningún verdadero yonki vería en esos jóvenes escoceses una representación de sí mismo.
No. Cuando yo opté por las drogas, lo que realmente hice fue elegir el camino difícil, el que muy probablemente lleva a la perdición del alma, el que apenas posee marcha atrás. Y esto es porque si hay algo que realmente fascine al ser humano es no tener salvación. ¡Es tan torturadamente delicioso!
Quise un mundo sin sueños, sin poetas que vienen del pasado para llevarte a los Cielos junto a tu amor. Incluso un mundo en el que la joven y libertina Justina era partida por un rayo con toda la ironía del escritor que la creó desee rechazarlo.
No creo que lo haya conseguido. Intentando huir de todo aquello me he convertido yo mismo en un personaje de ficción. Un perfecto ejemplo a seguir por todos aquellos que pondrían una mueca al verme por la calle, una tortura que desearía a todos esos gilipollas que, pañuelo palestino al cuello, hablan de nosotros y nos alaban sin tener ni idea de lo que dicen.
No quise arrojar de mí el mundo, quise hacerlo mío. ¿Fallé? Estoy convencido. Pero supongo que yo sí podré morir tranquilo pensando que en esta vida sin sentido, yo estuve a punto de encontrarle uno. ¿Cuál? Secreto de tumba.