30 de marzo de 2013

Juegos en el salón


Sin dinero en mis cuentas y una pequeña ilusión
vuelvo a encontrarme de nuevo junto a ti.
Aún recuerdo cuando jugábamos divertidos en el salón.
No te preocupes, no he venido a robarte,
he aprendido a conformarme con los breves baños en el barro
prescindiendo de mis sales y el perfumado jabón.


Esbozo esa sonrisa que tantos temen y me dispongo a besarte
sabiendo que mis labios encontrarán hielo y rechazo
protegiendo el recuerdo de nuestros juegos en el salón.
Procuro entonces saber sacar algunos acordes
que me permitan salvar todas tus distancias.
Pero mi música va rebotando nota a nota en tu corazón.

Me gustaría saber cuales son nuestros caminos
y conocer el punto en el que nos volveremos a encontrar.
Tal vez así pueda seguir alegre y parecer distraído
el día que conmigo te tropieces y yo te vuelva a levantar.
Tal vez así pueda dar algún paso hacia algún lado
y no quejarme entre las mantas que ya no tienen tu calor.

Nunca debería haberte llamado para contarte mis miserias,
pero la fuerza de la costumbre a veces es más poderosa;
y si tienes alguna queja, te pido que por favor me escribas,
así tendré algunas letras tuyas que guardar.
Siento haber leído tarde todas las anteriores cartas,
pero a veces las palabras llegan con el retraso de los meses.

Volveré a cruzar de nuevo la puerta de la despedida
esperando que quieras quedarte charlando un poco más,
no me muestres todavía tu cría de dragón, espera y me iré,
como yo espero que sonrías cada vez que me presento ante ti.
Juega por favor con tus pinturas y dibuja una caricia
donde una vez me dejaste una cicatriz.

Así sabré que no podré olvidarte nunca más
y tendré el recuerdo de nuestros juegos en el salón,
olvidando las cicatrices que nos hicimos con torpeza
porque no sabíamos dañarnos y siempre lo hacíamos mal.
Ya me voy, no tengas prisa, solo quería decirte
que me perdones si me vuelvo a equivocar.

No hay comentarios: