Han grabado en mi lápida este epitafio:
"Su vida fue amable, y en él los elementos de tal manera se combinaron,
que la naturaleza podría alzarse y proclamar al mundo:
Éste fue un hombre".
Los que me conocieron se sonríen
leyendo esta hueca retórica.
Mi epitafio debió de ser:
"La vida no fue amable con él,
y en él los elementos se combinaron de tal manera
que le hizo guerra a la vida
y en ella fue asesinado".
Mientras viví no toleré las lenguas calumniosas,
ahora que estoy muerto, ¡aguanto un epitafio
escrito por un tonto!.
"Spoon River Anthology", de Edgar Lee Masters.
3 comentarios:
Por eso, ¿no es mejor ser incinerado y que tus cenizas se las lleve El viento? A mí, desde luego, me gustaría.
¡Qué va! Lo mejor es una torre del silencio: quedarte encima de un altar sobre una colina en medio del campo a esperar que unos cuervos hambrientos destripen tu pútrido cadáver ^^
Y luego si quieren, el epitafio, del Ikea...
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