18 de junio de 2009

Fragmentos de un sueño

Ella preparaba tortitas. Era ajena a toda la inmundicia que nos rodeaba, a aquellos que mueren en trincheras o en su propia choza, retorcidos por el hambre. Tal vez apenas escuchaba la estruendosa música que sonaba a nuestro alrededor. Los pájaros cantaban en la carretera vacía, ella preparaba tortitas.

La veía manejarse con cierta desenvoltura, peleándose ahora con la no fácil tarea de conseguir darle la vuelta al preparado, medio hecho por un lado, completamente crudo por el otro. Ella preparaba tortitas, y el sol iba poco a poco a ocultándose, ajeno también a todo, en su eterno ciclo. Los rayos apenas llegaban ya a dar sobre la ropa que lánguidamente colgaba del tendedero de la ventana.

La música cambiaba, de pista en pista, el clima iba tornándose cada vez más fresco, el timbre y el teléfono sonaban de cuando en cuando. Ella, preparaba tortitas.

Tal vez no era la hora adecuada, tal vez no era el lugar adecuado. Muchos pensarían que tanto lo uno como lo otro era, si es posible, lo menos acertado, lo más equívoco que uno podría hacer un martes cualquiera, en plena semana de exámenes. Ella, en su quehacer, no caía en la cuenta de estos detalles. Ella preparaba tortitas. Ella adoraba el error.

Haz siempre lo incorrecto, es una forma de acertar.

Ni el sucedáneo de licor en una copa demasiado bella para no contrastar de forma tremenda con la habitación, ni el polvo acumulado sobre el suelo y la mesa, ni la televisión apagada reclamando atención, ni los libros amontonados, esperándonos, podían ahora esperar de ella ni el consuelo de un vistazo. Centrada en su tarea, sartén hacia arriba, sartén hacia abajo. Ahora la mantequilla que, con un juego de muñeca, esparce mientras se derrite por toda la sartén, después el preparado, se deja hacer unos segundos, se le da la vuelta y luego al plato, justo encima del montón de hermanas. Luego, vuelta a empezar. ¿Cuántas llevaba? Ni ella lo sabía. Presa de una suerte de embrujo, de un frenesí enloquecedor, ella, simplemente, preparaba tortitas.

Allá, en lo que llaman mundo real, la gente seguramente continuará su triste existencia. Monotonía. Nosotros, encerrados en una especie de sueño disparatado, huíamos del cotidiano vaivén de la vida. Ni los días, ni las semanas, ni tan siquiera los meses podían afectarnos. Estos simplemente pasaban, y nosotros, si en algún momento los contábamos era para reírnos, a una vez, tanto de su rapidez como de su innocuidad. Si teníamos alguna forma de contar el tiempo esta era por estaciones. Pero en ese momento esto tampoco importaba. Ella, presa de su propia alegría de vivir, preparaba tortitas.

3 comentarios:

Dafne dijo...

Te puedes creer q me he reido con el relato?? Soy mala, si..v.v pero es q se me venia a la mente María Moliner, la pastelera...xDDDD Aish.... En fin, q de daño ha hecho esa mujer..xD
Muacks!!!

Kiüs dijo...

-"a ocultándose" xDDDD otra licencia, ¿no? xD

-Me gustan las tortitas ^^

Kiüs dijo...

Las cosas que se encuentra uno, oye... http://www.fotolog.com/dunkles_katzchen/49901767 xD