Si damos por supuesto que mantenemos una necesidad de eseidad, que esta nos persigue y a la misma vez nos arrastra hacia una autocontemplación del sí mismo en la búsqueda de poder decir “este soy”, consiguiendo, por tanto, que el efecto reflejo del otro nos defina una campo que delimite nuestro yo, ¿cómo podemos averiguar lo que es bello? Es más, ¿es
A ver, bien es cierto que la existencia de un estado de inconsciencia fue algo más que demostrado, y que esta nos previene de ciertos traumas posibles ante, llamémoslo así, un síndrome de Sthendal. Pero no es menos cierto que ante el éxtasis de la belleza uno reacciona de formas muy distintas. Se conoce el caso de algunos que han recitado por completo
De todos modos no termina de quedarme claro. Si el arjé es el primer principio –valga la tautología-, ¿cómo puede decirse a continuación que el Uno está más allá del Ser? No sé, me tiene confuso.
Creo que importa poco. A fin de cuentas, los principios que aceptamos de forma natural, aunque sean condicionamientos sociales, bien podrían entenderse como una serie de prejuicios no sometidos a crítica por miedo a la tradición. Ante esto Maquiavelo decía que es mejor postergarlos, pues todo cambio entraña un riesgo. Pero claro, si revisáramos a Heráclito descubriríamos que todo fluye y, por fluir, fluye hasta el hombre. No justifico por ello técnicas abortistas en lo que al pensamiento se refiere, pero sí digo que algún que otro “varapalo” podrían llevarse los teóricos físicos que niegan una teoría relativista del Universo.
No quisiera ahora entrar en Leibniz, creo que sería liar un poco el rizo ahora que empieza a estar esto algo más claro. De todos modos, creo que no estaría de más echarle un vistazo a colación de esto. ¿No sería un interesante e innovador enfoque?
En fin, es francamente apasionante toda esta investigación acerca de lo necesario, -y de lo que no lo es tanto, hay que admitirlo-.