25 de marzo de 2008

El delirio semanal de una extraña ciudad

Tras una semana de intenso ir y venir, teniendo toda mi vida relegada al olvido por lo que algunos gustan en llamar "vida laboral" -cuando más correctamente debería decirse "infravida laboral"- he vuelto con una historia que contaros y un firme propósito, que ya tenía pero que ahora he vuelto a afirmar. El propósito es el de no caer bajo el abrazo de la vida moderna, en la cual eres un trabajador más, que viene y va a la oficina, con una vida gris bajo el brazo y sin sueños que realizar. La historia es la que cuento a continuación:

Hubo una vez, en una ciudad que podríamos tomar como ficticia, en la cual una semana al año todo el mundo abandonaba su gris día a día y se embarcaba en un ilógico paseo hacia el delirio. En esa semana festejaban la lucha de un hombre por transformar su sociedad, por reformar una cultura que ya había quedado obsoleta y que iba en contra de muchos valores humanos positivos. Al menos en un principio esta era la idea de dicha semana de locura colectiva, con los años poco a poco se había ido convirtiendo, paradójicamente, en un espectáculo que reivindicaba usos y costumbres antiguos, que sacaba, en pos de preciosas esculturas, lo más vulgar del ser humano. Ese festejo conmemorativo de una revuelta social que había convulsionado el mundo había sido convertido en el festejo de unos hombres llanos, maleducados, y cuyo única expectativa año tras año era la llegada de dicha semana. Ya se habían olvidado del verdadero sentido, y se había afianzado en unos valores cívicos que para nada iban en favor de la cultura.

Entre esta vorágine de contradicciones había algunos jóvenes dispuestos a erradicar dichos espectáculos, o al menos volverlos a su buen cauce, pero siempre había sido vituperados por el resto de la ciudad. A algunos incluso, expresando su opinión en medio de la masa enloquecida, les habían llegado a escupir vilmente.

Pero aquí no termina la historia de esta paradójica ciudad, pues estos mismos jóvenes que luchaban contra la corriente se vieron forzados a trabajar, para así poder continuar con sus estudios y otras obras en beneficio de su defensa de la cultura, durante esta sabática semana. Ya que aún no tenían estudios superiores, los trabajos a los que se vieron obligados a ejercer eran tales como los de camareros en cafeterías, que se atestaban de la gentuza que, arrastrando su mala educación y déficit cultural, perseguían a las hermosas esculturas, como antaño lo habían hecho, con sumo cuidado y respeto, sus ancianos.

Así, estos mismos que criticaban esta loca semana, la servían; y aquellos que los insultaban y rechazaban, se veían dependientes de los primeros.

Nota: Cualquier parecido con la realidad es puramente casual. Si alguno se siente dolido o afectado, que se aguante y repase su educación.

10 de marzo de 2008

La compañía en la locura

"Asumimos como punto de partida la transformación ocurrida en la valoración general de las ciencias en las postimetrías del pasado siglo (...) La exclusividad con la que en la segunda mitad del siglo XIX se dejó determinar la visión entera del mundo del hombre moderno por las ciencias positivas y se dejó deslumbrar por la prosperity hecha posible por ellas, significó paralelamente un desvío indiferente respecto de las cuestiones realmente decisivas para una humanidad aunténtica. Meras ciencias de hechos hacen meros hombres de hechos (...) En nuestra indigencia vital -oímos decir- nada tiene esta ciencia que decirnos. (...) ¿Qué tiene la ciencia que decirnos sobre razón y sinrazón, qué sobre nosotros, los seres humanos en cuanto sujetos de esta libertad? La mera ciencia de los cuerpos materiales nada tiene, evidentemente, que decirnos, puesto que ha hecho abstracción de todo lo subjetivo. Por otra parte, en lo que hace a las ciencias del espíritu, que en todas sus disciplinas especiales y generales consideran al hombre en su existencia espiritual y, por consiguiente, en el horizonte de la historicidad, su cientificidad rigurosa exige que el investigador excluya cuidadosamente toda posible toma valorativa de posición, todo preguntar la razón o sinrazón de la humanidad y sus configuraciones culturales que constituyen el tema de su investigación (...) ¿Puede el mundo, y la existencia humana en él, tener en verdad un sentido si las ciencias no admiten como verdadero sino lo constatable de este modo objetivo (...)? ¿Podemos darnos por satisfechos con ello, podemos vivir en este mundo en el que el acontecer histórico no es otra cosa que concatenación incesante de ímpetus ilusorios y de amargas decepciones?"

Edmun Husserl, La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología transcendental.
Edit. Crítica, Barcelona

Siempre gusta descubrir que uno no es el único loco que grita hacia el vacío en un mundo plagado de desvaríos y apuestas por lo absurdo, y más cuando viene dado por una persona que fue estudiante de matemáticas.

Como véis, esta crisis que veo, y que cada vez me asusta más, en la propia Humanidad -por no hablar de las humanidades- en pro de un mundo científico no es algo nuevo, sino que ya se daba en la modernidad. Supongo que si Husserl levantara la cabeza se llevaría un buen susto.

Lástima me da la pérdida que estamos sufriendo en nuestros días de esa ensoñación, de ese romanticismo. Como dice Husserl, tenemos hombres y mujeres de hechos, personas absolutamente prácticas, que no se dejan hechizar a lo largo de un baile, y los deseos que este despierta, sino que han inventado una nueva forma de "bailar", en la cual no deja lugar a la ensoñación, sino que es puro acto.

¿Qué fue de aquellos tiempos en los que tres jóvenes podían encerrarse en una casa y jugar con los misterios de la vida a través de juegos e insinuaciones?

5 de marzo de 2008

Aborrecimiento

Supongo que podría empezar esto añorando los escuadrones de fusilamiento tan propios de algunos tipos de regímenes políticos, pero me contentaré implorando un poco de sentido común y conciencia propia de lo que cada uno es.

Estoy ya bastante quemado de muchas cosas que hoy día nos rodean, y que, por desgracia, nos atañen demasiado como para dejarlas pasar. Y creo que el principal problema reside en esa gran mentira que es la democracia. Desde luego esta entrada va a ser bastante "políticamente incorrecta", pero con lo que no quiero que se confunda es con alguna clase de extremismo fascista. Aunque ya casi me da igual.

La primera pregunta que me hago es la siguiente: ¿Quién tuvo la feliz idea de que cualquier persona está capacitada para decidir? Es más, ¿Quién se cree que cualquiera puede decidir lo que es mejor para toda una nación? Desde luego que esto es una gran mentira. ¿Cómo va a poder una persona que no sabe ni quién es, que está engañada con respecto a sí misma y con respecto a todo lo que le rodea, saber lo que es mejor para todo un conjunto de personas, ya sea en tema de educación, economía, legislación o incluso moral?

Por otro lado, el hecho de que sea el "pueblo" el que "gobierne" no hace más que retrasar el avance de toda una nación. Al ser los débiles los "gobernantes" fuerzan a que, aquellos que realmente están capacitados para tirar del carro, sean arrastrados por la masa que tira en dirección contraria... Y más lento. ¿Qué queda de esa selección natural, que por su misma condición hace que sea lo más propio del hombre? Vamos en contra de nosotros mismos. Si queremos usar correctamente este único arma que tenemos contra el medio -la cultura- no nos queda otra que cedérsela de algún modo a los que saben esgrimirla bien.

Además, ¿Qué está siendo de nosotros? Voy a terminar llorando en el patio de mi facultad de ver tanta bestia suelta por ese lugar reservado a los mejores que debería ser la Universidad.
Ya no hay criterio. Apruebas una mierda de bachillerato, pasas una mierda de examen de "selectividad" (me río yo de la "selección" que hacen), y ya estás dentro. ¡¿De verdad que es tan insensato hacer unos exámenes que controlen la madurez de los que acceden a ese lugar privilegiado que tendría que ser una Universidad?!

Y no sólo eso, sino que encima tienes que aguantar que en tu nombre y en nombre de muchos otros respetables estudiantes preocupados de verdad por la sociedad, hagan manifestaciones y encerramientos en lugares públicos, como única excusa para beber, drogarse y pasar una tarde divertida. Esto es lo que nos queda de ese ambiente subversivo que se respiraba en París en aquel mes de Mayo... Niños y niñas de papá únicamente preocupados de sus fiestas (para cuya celebración empapelan toda la facultad).

¿Y todo esto a qué viene? Pues es un grito desesperanzado para que se sepa que esa no es toda la juventud, que hay muchos que no participamos de ese circo provocado por esa dictadura del ignorante. Es una súplica para que se ceda el gobierno de todo esto a personas que realmente se interesan, que se comen la cabeza intentando mejorar este mundo, que incluso hay noches que no duermen preocupados por el tema. Es un intento de concienciar a quien me lea (que siempre sois los mismos, pero bueno) de que hace falta un cambio ya en todo este sistema, para empezar en el educativo. Es algo que tenía que escribir aquí porque sino estallaba.

Es el producto del asco, cada vez más grande, que siento hacia mi propia generación.